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De parte del aguacero que cubran con un paraguas al retoño del almendro. El coralillo rosado debe prestar atención:
Caperucita Roja, juega conmigo: yo seré un día lunes y tú domingo. Juega conmigo:
Entre las lomas el día nace. Límpidas gotas la noche esparce sobre la hierba
En un caracol rosado de la playa de Girón sobre el nácar hay grabado: “¡Cada cubano un soldado; cada soldado un león!”
Camarada del sapo, del río hermana, amiga de la piedra, nieta del agua. Nieta del agua
Le doy al niño de Chile la nueva patria que tengo: limpia y olorosa a limpio, patria dispuesta a quererlo como me quiere ella a mí,
¡Qué sol enciende el palmar cuando, guardián de su nido, rompe el sinsonte a cantar! ¡Qué cubano amanecer hay en su trino; qué luces
El caballo negro iba por un trillo: cada paso suyo bordaba el camino. El caballo ruano
—¡Hola, Pinocho!, ¿qué haces ahí? —Busco una joya que ayer perdí. —Dime, Pinocho, ¿que joya?, di. —Un pedacito de mi nariz.
Subes a la portada, ¡quiquiriquí! entusiasmado cantas, ¡cucurucú! Veo tu pico amarillo,
Sobre el mar hay una barca, sobre la barca un barquero, sobre el barquero
Ahí viene la gata de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano. Tírale una
Juana tejedora, téjeme un pañuelo para ir a la boda de don Pirulero. Dame, jardinero,
Cuenta la estrella Polar que el puerto de Cabañas, los pescadores cubanos la nombraron capitana. Velero con altas velas
En la casa que recuerdo, en la casa, entre el naranjal y el cielo: plátano indio, plátano congo,