El traje de los vicios son los harapos; que hoy andan las virtudes de guante blanco. Lugar común;

¿Qué signo haces, oh Cisne, con t… al paso de los tristes y errantes… ¿Por qué tan silencioso de ser bla… tiránico a las aguas e impasible a… Yo te saludo ahora como en versos…

Sangre de Abel. Clarín de las bat… Luchas fraternales; estruendos, ho… Flotan las banderas, hieren las me… Y visten la púrpura los emperadore… Sangre del Cristo. El órgano sono…

Hay un verde laurel. En sus ramas un enjambre de pájaros duerme en mudo reposo, sin que el beso del sol los despie… Hay un verde laurel. En sus ramas

Mientras tenéis, ¡oh negros corazo… conciliábulos de odio y de miseria… el órgano de amor niega sus sones. Cantad, oíd: «La vida es dulce y… Para ti, pensador meditabundo,

Bandera que aprisiona el aliento de Abril, corona tu torre de marfil. Cual princesa encantada,

Pues si el torno de la Inclusa es un buzón verdadero, ¿adónde llevan los ángeles las cartas para el infierno?

Oh, miseria de toda lucha por lo f… Es como el ala de la mariposa nuestro brazo que deja el pensamie… Nuestra infancia vale la rosa, el relámpago nuestro mirar,

¿Dar posada al peregrino?... A uno di posada ayer; y hoy, prosiguió su camino llevándose a mi mujer.

De una juvenil inocencia qué conservar sino el sutil perfume, esencia de su Abril, la más maravillosa esencial Por lamentar a mi conciencia

He aquí la exacta copia de un caso digno de fe. Lo cuento tal como fue, pues no es de cosecha propia.