Rubén Darío
Vivió el pobre en la miseria,
nadie le oyó en su desgracia;
cuando fue a pedir limosna
lo arrojaron de una casa.
 
Después que murió mendigo,
le elevaron una estatua...
¡Vivan los muertos, que no han
estómago ni quijadas!
¿Disfrutate esta lectura? ¡invítanos a un café!.
Tu ayuda nos permite existir.
Otras obras de Rubén Darío...



Arriba