#1887 #Abrojos #EscritoresNicaraguenses #Modernismo
Iba, en un paso rítmico y felino a avances dulces, ágiles o rudos, con algo de animal y de divino la bailarina de los pies desnudos. Su falda era la falda de las rosas…
Quiero expresar mi angustia en ver… dirán mi juventud de rosas y de en… y la desfloración amarga de mi vid… por un vasto dolor y cuidados pequ… Y el viaje de un vago Oriente por…
Lodo vil que se hace nube, es preferible, por todo, a nube que se hace lodo: ésta cae y aquélla sube.
Margarita está linda la mar, y el viento, lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el alma una alondra cantar;
¡Advierte si fue profundo un amor tan desgraciado, que tuve odio a un hombre honrado y celos de un moribundo!
¡Pradera, feliz día! Del regio Bu… Quedaron allá lejos el fuego y el… Hoy en tu verde triunfo tendrán mi… Respiraré tu aliento, me bañaré en… Muy buenos días, huerto. Saludo l…
El alba aun no aparece en su glori… Canta el mar con la música de sus… Y el aliento del campo se va cuaja… Teje la náyade el encaje de su esp… Y el bosque inicia el himno de sus…
Oh ruido divino, Oh ruido sonoro! Lanzó la alondra matinal el trino y sobre ese preludio cristalino, los caballos de oro
—Allá está la cumbre. —¿Qué miras?—Un astro. —¿Me amas?—¡Te adoro! —¿Subimos?—¡Subamos! —¿Qué ves?—Una aurora
Huye el año a su término como arroyo que pasa, llevando del poniente luz fugitiva y pálida. Y así como el del pájaro
Aquella frente de virgen, aquella cándida tez, aquellos rizos oscuros, aquellos labios de miel, aquellos ojos purísimos
Ínclitas razas ubérrimas, sangre d… espíritus fratemos, luminosas alma… Porque llega el momento en que hab… lenguas de gloria. Un vasto rumor… mágicas ondas de vida van renacien…
La dulzura del ángelus matinal y d… que diluyen ingenuas campanas prov… en un aire inocente a fuerza de ro… de plegaria, de ensueño de virgen… De ruiseñor, opuesto todo al rudo…
El pobrecito es tan feo que nadie le hace cariño. ¡Dejan en la casa al niño cuando salen de paseo!... Y ello no tiene disculpa,
Francisca, sé suave, es tu dulce deber; sé para mí un ave que fuera una mujer. Francisca, sé una flor