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¡Que ruede la rueda de pan y canela! Que llegue al campo, que busque el trigo, que diga al agua
De parte del aguacero que cubran con un paraguas al retoño del almendro. El coralillo rosado debe prestar atención:
Caperucita Roja, juega conmigo: yo seré un día lunes y tú domingo. Juega conmigo:
Nombres tuyos, nombres míos, que recibimos de ayer como el agua de los ríos y que debes conocer: Bejucos de la Perdiz,
Ocho mulitos tiene mi arria y todos suben por la montaña. Se ve salpicado el río
Yo tengo un sombrero alón donde cabe un aguacero, y botas que reconocen los caminos del vaquero. ¡Qué bien te sabré domar,
¡Qué sol enciende el palmar cuando, guardián de su nido, rompe el sinsonte a cantar! ¡Qué cubano amanecer hay en su trino; qué luces
Prende tus luces cocuyo de marzo: esta es la noche de hablar con el gallo. Compartiremos
—¡Hola, Pinocho!, ¿qué haces ahí? —Busco una joya que ayer perdí. —Dime, Pinocho, ¿que joya?, di. —Un pedacito de mi nariz.
Sobre el mar hay una barca, sobre la barca un barquero, sobre el barquero
Moterita de madera llena de polvos de arroz, con tapa de cristal fino y la mota de plumón. ¿De quién será la motera
Al mediodía, cristal el agua, cristal las hojas, cristal el día. Cristal, cristales,
Cinta de arena para la nena. Gorro de sal para el coral. Y para el sol
Ahí viene la gata de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano. Tírale una
—Venga, venga, salamandra: ¡abra la puerta, saque la gata, busque la escoba, limpie la casa!