A Carmen Morales
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Marzo pasa volando. Y Enero sigue tan alto. Enero, sigue en la noche del cielo.
El mariquita se peina en su peinador de seda. Los vecinos se sonríen en sus ventanas postreras. El mariquita organiza
Blanca tortuga, luna dormida, ¡qué lentamente caminas! Cerrando un párpado
En la torre amarilla, dobla una campana. Sobre el viento amarillo,
Oye, hijo mío, el silencio. Es un silencio ondulado, un silencio, donde resbalan valles y ecos y que inclina las frentes
Narciso. Tu olor. Y el fondo del río. Quiero quedarme a tu vera. Flor del amor.
De la cueva salen largos sollozos. (Lo cárdeno sobre lo rojo.) El gitano evoca
¿Cómo fue? —Una grieta en la mejilla. ¡Eso es todo! Una uña que aprieta el tallo. Un alfiler que bucea
La guitarra, hace llorar a los sueños. El sollozo de las almas perdidas, se escapa por su boca
Duérmete, niñito mío, que tu madre no está en casa; que se la llevó la Virgen de compañera a su casa.
Tú querías que yo te dijera el secreto de la primavera. Y yo soy para el secreto lo mismo que es el abeto. Árbol cuyos mil deditos
La mano crispada como una Medusa ciega el ojo doliente del candil. As de bastos.
La cruz. (Punto final del camino.) Se mira en la acequia. (Puntos suspensivos.)
Cuando yo me muera, enterradme con mi guitarra bajo la arena. Cuando yo me muera, entre los naranjos
La muchacha dorada se bañaba en el agua y el agua se doraba. Las algas y las ramas en sombra la asombraban