¿Puedes venderme el aire que pasa… Y te golpea la cara y te despeina? ¿Tal vez podrías venderme cinco pe… O más, quizás venderme una torment… ¿Acaso el aire fino

Te vi al pasar, una tarde, ébano, y te saludé; duro entre todos los troncos, duro entre todos los troncos, tu corazón recordé.

¡Ay, señora, mi vecina, se me murió la gallina! Con su cresta colorada y el traje amarillo entero, ya no la veré ataviada,

Tu vientre sabe más que tu cabeza y tanto como tus muslos. Ésa es la fuerte gracia negra de tu cuerpo desnudo.

¿Cómo estás, Puerto Rico, tú de socio asociado en sociedad? Al pie de cocoteros y guitarras, bajo la luna y junto al mar, ¡que suave honor andar del brazo,

La sangre es un mar inmenso que baña todas las playas... Sobre sangre van los hombres, navegando en sus barcazas: reman, que reman, que reman,

¿Qué es lo que la gente come, qué es lo que come la gente, un menú que al Presidente puede que a la larga embrome? ¿Qué, con la cara mohina,

Vi el corderito blanco, niño entre los corderos, con un gran tajo rojo desangrarse en silencio. Cerca, en la tarde fría,

¿Po qué te pone tan brabo, cuando te dicen negro bembón, si tiene la boca santa, negro bembóm? Bembón así como ere

¡Ay que linda mi bandera, mi banderita cubana, sin que la manden de afuera, ni venga un rufián cualquiera a pisotearla en La Habana!

En la vieja villa de Plóvdiv, lejos, allá, mi corazón murió una noche y nada más. Una larga mirada verde,

Si es que me quieres matar, no esperes a que me duerma, pues no podré despertar. Muerto, ay, muerto y también dormido,

La policía (paso de alfombra y ojo de gato) mira en la sombra. Vigila el gato.