Celoso del aire que te abraza;
de esos que te miran y tú miras;
celoso de tu risa que disfraza
quizá un amor por el que suspiras.
Tus ojos, la puerta o la coraza,
desde la que fríamente me miras...
Lejana, como estrella que pasa;
aún inalcanzable, me inspiras.
Enamorarse de lo imposible
puede ser un placer o un calvario.
Mas quien cultiva lo inmarcesible
sabe hacer del amor un santuario;
y para mi amor es preferible
verte así, tan lejana, Rosario.