Así estamos,
a flor de piel en el extremo ñurdo de mis dedos
titilante en el paraje del verso de mis latidos
con las pupilas ardiendo de los soles que han suscitado.
Me derramo ante los encuentros y desencuentros.
Que las deidades más pertinentes me alcancen los pies
que estoy flotando hacia abajo, estoy arqueándome a lo inefable
Y cómo diría Pizarnik, mi cuerpo mudo se abre a la delicada urgencia del rocío,
cómo dirían mis tímpanos al sentir crujir las vertientes
es que es vertiginoso como corre el alma,
se desparrama y se anida en su propio sitio
en lo más hondo de entre mis llanuras inmaculadas.
Se abre con premura así, la luna
como frutilla de mar a todas sus anchas.