aplastado bajo ese cielo impío
desnudo de pájaros
poblado apenas por desechos mecánicos
mientras
alguna señal descabalada
se abre paso entre ráfagas
contornea solideces
y reposa a disgusto entre los muros
el tiempo
deambula en busca de fantasmas
y detrás de sus delgadas huellas
se alzan montones informes
gradualmente incoloros
erguidos porque sí
inexplicables
inexplicados
con un ruido de trépanos
que mete miedos a mansalva
esa es la espera
simplemente
cuando ya no quedan materias
ni siquiera recuerdos
y el aire tarda en agotarse
para perfeccionar
acaso la última mueca
sin que lleguen
ni el recurso del quejido
ni el reptil que adormece
ni el recuerdo de esa tenue luz
vislumbrada entre los vahos
con que se tejen las despedidas