¿Qué sientes alma mía?
cuéntame por qué sufres:
te veo ansiosa, decaída.
¿Qué causa tu derrumbe?
¿Son amores que pereces?
¿Decisión mal tomada?
¡Habla alma sosegada!
El día avanza y oscurece.
Bien, mi gran amigo,
gracias de antemano,
siempre me has escuchado,
incluso a este mendigo.
Es soberbia quién toca,
e ira le acompaña,
desilusión también se monta,
con tristeza en campaña.
Siempre tú, pero yo no,
¡mira qué gran decepción!
Deshonra a Ilusión:
el ego del señor.
Entiendo mi querida,
esta cuita interna,
que tanto atormenta;
no estás aún vencida,
recuerda nuestro credo:
amar todo sin igual,
empatía descomunal
y servir sin anhelo;
vive con sencillez,
recuerda la pobreza,
de vida en honradez,
¡magnifica proeza!