Octavio Paz

La dulcinea de Duchamp

-Metafísica estáis.
-Hago striptease.

Ardua pero plausible, la pintura
cambia la blanca tela en pardo llano
y en Dulcinea al polvo castellano
torbellino resuelto en escultura.
 
Transeúnte de París, en su figura
—molino de ficciones, inhumano
rigor y geometría– Eros tirano
desnuda en cinco chorros su estatura.
 
Mujer en rotación que se disgrega
y es surtidor de sesgos y reflejos:
mientras más se desviste, más se niega.
 
La mente es una cámara de espejos:
invisible en el cuadro, Dulcinea
perdura: fue mujer y ya es idea.
Préféré par...
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