Desperté y por alguna extraña razón lo hice extrañándote, puse play a las canciones y justo cuando sonó Suárez con  funambulista, se me quebró la voz y ya no pude continuar, tuve qué tomar un respiro.
Discretamente me levanté y me fuí hacia el baño, dentro de este comencé a llorar pero en silencio para no dar de qué hablar, no sé a qué viene todo, será que ha amanecido nublado y a parte me ha pegado en días de mar rojo.
Estaría mintiendo si te digo que no te recuerdo, pues lo hago casi a diario, aunque ya no doliéndome ni odiándote, he aprendido que puedo amarte sin apego, hay días en los que sé que te quiero y otros en los que te siento ajeno a mí, a pesar de saberme tu cuerpo de memoria y de saber que descancé tantas veces ahí.
Yo no sé sí soy valiente o cobarde por esperar a que el tiempo curé su parte, pero ya no paso el día entero recordándote ya no gasto tinta para rimar tu nombre con mi destino, ya ni siquiera consulto al azar para saber sí un día de estos te encuentro en la esquina del bar.

Desperté y ya no me dueles, no ya no lo haces pero desgraciadamente no es un avance, no me dueles pero sí me creces y día a día me escribo y me borró como a un viejo libro para restaurar me con la mejor de las historias que esta vida me pueda brindar.
No, ya no me dueles, pero doliste y cómo lo hiciste, no ya no dueles pero aún creces.