No hay prisa ni afán. No valdría la pena
Si los hubiera. No hay que pensar mucho.
Tampoco hay que pensar poco. Solo lo necesario.
Los pasos, de lejos, me incitan a girar.
¿Cómo disfrutar del viaje si somos tantos?
Aprendiendo a domar la bestia de la mirada, fracaso.
No es fácil y nadie me dijo que lo sería.
Pero sigo con la ilusión de que así sea.
Tal vez otro día o en otra ocasión.
El olor de la mañana perfumada me inunda.
Con valentía, he nadado a contracorriente.
Pero con dolor, he perdido la mente.
No soy más que una ilusión del lenguaje
Y estos versos acabarán olvidados por ahí.
Podrían ser salvados si alguien los toma.
La paciencia se vuelve externa.
La vida se siente eterna.
El mundo ya colapsó y todos fueron a trabajar.
La ciudad sigue gris y olvidada.
Tantos habitantes y tan poco amor.
Nadie quiso responder al llamado.
La vida sigue corriendo y sus consecuencias
Lo hacen de manera simultánea.
Con todo, hoy no me apatece hacer ciencia.
Hay muchos como yo. Tantos que asusta.
Otros cien estarán haciendo lo mismo.
Espero conocerlos a todos para charlar un rato.