Somos conciencias etéreas
y heterogéneas
homogeneizadas
hasta el hartazgo.
Unos días nos sentimos
más propios de nosotros mismos.
Pero revertimos
a un pasado imposible.
Un pasado en el que
éramos los revolucionarios,
los que pensaban el futuro
de los pocos.
Ahora, siendo muchos,
siendo múltiples y sencillos,
nos dejamos derrotar
por la madrugada.