Un paraguas seco en todas sus puntas, se aburre colgado de un gancho, mientras ve como afuera suenan unas primeras gotas contra el cristal de la ventana. Y no solo él se aburre. Lo cierto es que las gotas se desprenden de las nubes lentas, aburridas, cansadas, hasta aplastarse en el asfalto. Nadie las ve aburrirse; nadie corre debajo de paraguas.