#EscritoresChilenos (1983) Cachureo, ecopoemas, guatapiques, prédicas últimas
Ya no me queda nada por decir Todo lo que tenía que decir Ha sido dicho no sé cuántas veces. He preguntado no sé cuántas veces pero nadie contesta mis preguntas.
En Santiago de Chile Los días son interminablemente
El hombre imaginario vive en una mansión imaginaria rodeada de árboles imaginarios a la orilla de un río imaginario De los muros que son imaginarios
De estatura mediana, Con una voz ni delgada ni gruesa, Hijo mayor de profesor primario Y de una modista de trastienda; Flaco de nacimiento
Yo soy el Individuo. Primero viví en una roca (Allí grabé algunas figuras). Luego busqué un lugar más apropiad… Yo soy el Individuo.
Lo cierto es que yo iba de un lado… A veces chocaba con los árboles, Chocaba con los mendigos, Me abría paso a través de un bosqu… Con el alma en un hilo veía caer l…
Juro que no recuerdo ni su nombre, Mas moriré llamándola María, No por simple capricho de poeta: Por su aspecto de plaza de provinc… ¡Tiempos aquellos!, yo un espantap…
Se prohíbe rezar, estornudar escupir, elogiar, arrodillarse venerar, aullar, expectorar. En este recinto se prohíbe dormir inocular, hablar, excomulgar
no creo en la vía violenta me gustaría creer en algo —pero no creo creer es creer en Dios lo único que yo hago
Antes de entrar en materia, Antes, pero mucho antes de entrar… Piensa un poco en ti mismo, Tomás Lagos y considera lo que está por… También lo que está por huir para…
Qué divertidas son Estas palomas que se burlan de tod… Con sus pequeñas plumas de colores Y sus enormes vientres redondos. Pasan del comedor a la cocina
Durante medio siglo la poesía fue el paraíso del tonto solemne. Hasta que vine yo y me instalé con mi montaña rusa. Suban, si les parece.
Por aquel tiempo yo rehuía las esc… Como los enfermos del estómago que… Prefería quedarme en casa dilucida… Referentes a la reproducción de la… Con cuyo objeto me recluía en el j…
Nervioso, pero sin duelo A toda la concurrencia Por la mala voz suplico Perdón y condescendencia. Con mi cara de ataúd