Muchas veces me sorprendo empujando este momento al vacío,
a un proceso de putrefacción que también se llama olvido.
Traté de recordarme en tu marea.
Me pierdo y te persigo.
O quizás de marearme en tu recuerdo y rozar tu ausencia con cada embestida de caderas.
Ahora me doy cuenta, tu corazón es puro frío y hago de su hambre penitencia.
Deshago y caigo.
Me convierto en cuenta atrás de nuestra existencia y cuento uno a uno tus latidos. Cuento cuando lates hacia mí, descuento cuando te haces mío.
Te provoco y te prefiero. Acelero.
El tiempo se deshace y nuestras pieles nos abruman.
Volvemos al inicio divagando como Bauman.
Vacío, pausa.
Trato de alcanzarte, pero resbalas y siempre llego tarde a tus orgasmos. Volvemos a empezar con otros cuerpos, inhabitados y extraños.