Yo puedo controlar la intensidad en la que amo, para que no te asustes y te vayas, puedo acallar la orquesta que prendes en mí, convertirla en un solo de piano. Yo puedo quererte con los ojos vendados, si no te miro como te miro no me tacharás de enamorado. Puedo ponerme a fuego mínimo para no calentarnos demasiado, besarte sin poner a mi corazón en medio, tocarte sin esperar resultados.

Perdón, ya sé que soy demasiado, y lo peor: creo en el amor, qué bajón, no? Tranquilo, me ha costado pero ya he aprendido, y a mi corazón le digo que si se desborda por ti, si gotea y golpea y se quiebra cada vez que me tocas, que por lo menos tenga la decencia de hacerlo en silencio. No quiero molestarte lo más mínimo. Yo sé que es más agradable cuando finjo que no me pasa esto, que la sangre no me cambia de color cuando pienso en ti, que se vuelve oscuro púrpura, como las paredes de tu habitación, que la boca no se me seca de palabras y te anhelo como si habitara un desierto y tú fueras la última gota de agua, que no eres cruel con esa mirada fría.

No sé, quizás no sepa controlar la intensidad en la que amo, es solo una teoría.