Un camino súbito a la vesania que le encuentro en la mirada, y le diviso en otoño… Que del crudo y amargo invierno de un náufrago.

Siento de usted sus ojos ver y de sus labios besar de su cuerpo seducir y De mi boca escuchar el sentir que provoca en mí.

Todo me suena a melancolia. Estoy en un estado que nisiquiera sé si saldré algún día. Se incendia mi alma, al son de voces pérdidas,

Rompimos lazos, después de destrozarnos, me desvanecí, al darme cuenta que de ella no quedaba nada más

El que me deja al comienzo y al final. En el que le pienso, Por no haber podido olvidar, en donde le encuentro y se me va.

Tiende a parecerse a mis temores, me acople a mis oscuridades interiores, he cambiado las esquinas, he cambiado de posiciones todos me llevan

Camino al tempo de su voz tarareando esa última canción con la que le recuerdo en el más grande fervor.

Filo de la navaja Que me ha atraído A admirarme en el reflejo De su sutileza solo encuentro Cobardía en penurias

rayo que cae rendido a tus ojos de un rayo de sol indefinido Caigo sumiso en su encanto Caótico y apasionado. Del amanecer de un

Almas inciertas de otras vidas, detalles de miradas que se sienten cuando se miran No se conocen pero entre almas se han visto mas que en otra vida

Le regalo cenizas de mi vida empacadas en latas para tirar al agua. Le regalo un corazón destrozado quemado y desvanecido,

Insólitas y sin salida de un arrullo interminable, sobre conciencias queriendo caer entre su remo protector de estrellas.

Agobiado me siento he sobrepasado limites en mi juicio de pensamiento, he perdido la cordura pero también el temor

inaudita y profunda de la balada de las flores tocando el viento, en su mirada Latente a la mía se me va la hora, aquí me detengo.