Crónica de una víctima
de una separación
Abriendo los ojos lo primero que veo, es que nueva mente nos estás presente,
inmediatamente mis ojos se llenan de nostalgia
y con la poca agua que me quedo de la noche,
suelto mis primeras lagrimas, sin siquiera haberme levantado de la cama.
Las lagrimas recorren mi cara hasta llegar a mis labios, donde puedo probarlas,
verificando que en efecto, siguen siendo saladas.
La mente rápidamente empieza a trabajar,
llenándome de ideas absurdas del por que tu ya no estas mas,
si en verdad me lo merezco, por que fui yo la que siempre ha querido escapar.
Me castigo todos los días con ese pensamiento,
pues si tanto quería huir,
¿por qué no es alivio lo que siento, sino solo un vacío inmenso?
Entonces, el estomago hace su aparición, revolviendo toda conclusión,
obligándome a levantarme de la cama a sacar toda la bilis que los malos pensamientos me generaban,
Y es así, cómo comienza mi mañana.
Tomo un vaso de agua para limpiar la acides de los recuerdos de mi garganta,
hago a un lado la cortina del baño y meto la mano para alcanzar la llave del agua.
Agarre la costumbre de intencionar el agua
y cuando me baño pido que todo el dolor que siento se vaya.
Me meto a la regadera ya mojada de tantas lagrimas,
esperando que el agua me calme y pueda continuar tranquila mi mañana.
Llega un punto del baño donde me siento mas tranquila,
Ahí cierro la llave del agua y
empiezo a secarme con un poco de prisa,
pues nuevamente he perdido mas de la mañana haciéndome la víctima.
Con mi mano limpio el vapor que ha dejado mi dolor impregnado en el espejo para lograr ver mi reflejo,
viéndome fijamente, hago una exhalación profunda y me repito a mí misma: “Deja ya de hacerte la víctima, recuerda que todo es pasajero y pronto te volverás a sentir viva”.
