Abra la puerta
y salga a la calle.
Y pregúntese con seriedad
¿Cuánto más de lo mismo verá hoy día?
Cierre la puerta y
enciérrese dos segundos,
sellando los ojos.
¿No ve que es en su mente
que residen los mundos más conmovedores?
Vuelva a salir
y camine apresurada,
que si lo hace calmada
verá más de lo mismo.
Camine derecha
por unos once minutos,
y luego intercepte a alguien.
Hágale una pregunta, de lo más banal,
¿qué tal? ¿cómo vas?
Diferentes reacciones recibirá
pero las palabras podrán ser las mismas.
Pues bien, o ¿bien y tú?
si es que no lo asustó.
Camine sin parar
y sin rumbo
hasta que se tope con alguien
que le dará la contra.
No se quede con quien no le conteste
porque por más que diferente,
también será
d e s c o r t é s.
El que le diga
o
La que le diga
“Pues he tenido un día horrible, déjeme contarle”
¡Con ese quédese!
Porque sí,
todos vivimos deprimidos
y la verdad,
nadie para de hablar de ello,
pero no con extraños
A los extraños dales la mejor impresión
Sé prudente
Pero muestra siempre tu mejor lado.
Susurran las habladurías.
Alimente el encuentro
id por un café,
y satisfecha,
después del episodio,
podrá volver a su hogar.
Repetir de manera hebdomadaria.