Me canta al oído tan triste
acariciando las paredes de mi alma
una voz
de infante, mas no infantil
Y roza el péndulo palpitante
ese latido de reloj robótico
mecánica pura
Adeline, adonado, adonai, alhelí
El luberjimio formol de los tiempos pasados
grita
Vida mía lejana, ya errante en otras vías
Cuando más quieras vivir
más dolor te causará la muerte
—Iquitos