Carita de luna,
boquita de rosa
ojitos de cielo
de mi niña hermosa.
Un amanecer de julio,
entre risas y llantos
a nuestras vidas llegaste,
bastó mirarte y de ti encantarse.
Ansioso tu padre,
asustada tu madre,
y yo tu abuela,
a la distancia esperaba.
Que regalo tan hermoso,
Dios nos había enviado.
Miraba y no creía,
que entre mis manos a mi nieta yo tenía.
Tus padres ya no estaban asustados
al mirar tus bellos ojos.
El miedo de un embarazo no programado
ya se había olvidado.
Dichosos con su niña se veían
ya nada importaba,
sólo Anayeli,
con su tierna mirada.