El río claro de tu voz fluía
tan sosegado y manso
que era agua cristalina que corría
en ¡brazos de un remanso
En él se retrataban de tu pecho
los frescos pensamientos
—flores—como acostándose en el lecho
—donde no llegan vientos—
de las arenas de oro 'de la roca,
corazón de la sierra;
era una fuente de frescor tu boca
que ahora cierra la tierra.
Temblaba en tus pestañas el rocío
de tu antes mudo llanto,
lavaban tus palabras en su río
los dejos del quebranto,
domo en verdura de campo de arroz
lentamente alagándose
el otoñal, tañido de tu voz
se hundió abismándose.
Cuando callaste, el mundo del sonido
quedó en silencio musical, sumido.