Si tú y yo, Teresa mía, niíMa
nos hubiéramos visto:
nos hubiéramos muerto sin saberlo;
no habríamos vivido.
Tú sabes qué moriste, vida mía,
pero tienes sentido
de que vives en mí, y viva aguardas
que a ti torne yo vivo.
Por el amor supimos de la muerte;
por el amor supimos
que se muere; sabemos que se vive
cuando llega el morirnos.
Vivir es solamente, vida mía,
saber que se ha vivido,
es morirse a sabiendas dando gracias
a Dios de haber nacido.