Tras la ventana triste
TRAS LA VENTANA triste de la que el niño poeta se encontraba escribiendo sus versos, un alma con un corazón puro lloraba, sus ojitos humedecidos lo decían todo, esa tristeza infinita que por un amor lo marcaba. El se llamaba Miguel Ángel y su amada tenía por nombre hermoso Shirley Rodriguez, ella que envuelta con una piel exquisita de seda envolvió al poeta con sus aromas penetrables haciendo de él, esclavo de su belleza única. Para entonces ella se había dado cuenta que ya lo tenia de su mano comiendo como un pajarito ansiando ser alimentado por su amor. El niño poeta en medio de la noche solitaria arrullado por la ráfaga helada del viento y por las gotas de lluvias que golpeaban los cristales, yacía sentado entre su lecho de pena escribiendo sobre un montón de libros apilados su dolor agonizante. Su amiga fiel y compañera era la resplandeciente luna, que con su luz le servía de consuelo y le seguían el ritmo de las melodías que entonaban su lápiz guiada por una mano danzarina que daban forma en homenaje a la bella pecadora todas las dulzuras de sus palabras y anhelos de su alma enamorada. Un pensamiento triste se presentaba ante sus ojos, la realidad de un cruel destino que tenia por costumbre de hacerlo sentir humillado, ante la vida y ante cualquier amor, que no era capaz de sentirse amado.
(2015)
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