Como las estrellas que navegan solas
En el infinito universo...
Sin dejar huellas; sin dejar rastros
Así en sombras, mi alma te dice quererte,
Con la divinidad, que aspiran los astros.
Contra el amor terco, ciego y mudo
Quién busca abrazos...
Del corazón sufrido, del que quiere
Buscar en las penumbras del silencio
Tus sentidos más fuerte,
Y obedecer a tú instinto, a tú flanco.
Mujer prohibida, de explendorosa alma
Dime porque; a mi puerta vienes...
Llevando en tus manos, los bellos pinceles,
Y haciendo de mi desierto:
Todo un mar de vida, paisajes bellos
La flor de labios que llevas en el vientre.
Tu sonrisa, es una flecha en el aire
Que a los aromas más difíciles hieren,
Penetrando un dulzor en las miradas
Conquistando corazones con ternuras,
En el aire que tú mismo enciendes.
¡Solitaria y fugitiva; Mujer!
Mariposa que vuelas de rosa en rosa,
Amor de un sueño que nunca llega
Que tocan mi alma; sus manos de seda
Impregnando su esencia peregrina,
En aquél ilustre poeta, que te adora.
Desde la luz que alumbra mi camino
Te lleva conmigo, mi alma...
Hacía el amor eterno del alba pura,
De este amor que es una locura,
Te llevo dentro de mis pensamientos
Que crecen con mansas ternuras.
Y tal vez, en un día muy cercano
(En alguna ignorada tierra de amor...)
Surja una flor divina...
Con un aroma extravagante,
Que lleven tus virtudes, tú nombre
Y la simpatía dulce que me enamoro.