Marchan sobre los rincones queridos,
Entre muchas nubes de lágrimas...
Vestidos negros de una velada triste
Mi cuerpo comprende por donde pasa.
Guayaquil adorado por mis canciones;
Sembradora de una angustia y penas,
Dejo un éxtasis aroma de sentimientos
Por cada ventana trágica y de tristeza.
Y recorrer mis adorados últimos pasos,
Comprende que a mi corazón le faltas;
Pero dime si en vida yo aun estuvieras
Si tu amor no correspondía la llamada.
Marchitos mis sentimientos de poesías;
Y la luz extinguidas de toda esperanza,
Solamente queda la luna de fiel testigo
Qué mi amor le contaba todo mi drama.
Por tus ojos dolientes de mirar asesino;
Se pronuncian en las horas pastoras,
Sembradora parada desde la postrera
Cerrada toda puerta mi alma su gloria.