¡Oh luz de llama viva,
Que eternamente moras
De mi ser en lo más profundo!
Con tu fuerza me honras,
Dame tu luz si quieres;
Para no ser luz cegadora.
¡Oh luz liberal,
De la luz celestial!
Que de mi cautiverio sabe,
Que estaba oscuro y ciego,
Y con extraño asombro
Luz de mis ojos nacieron.
¡Oh candeleros de oro,
Que me acoges en tu seno,
Dónde secretamente moras!
Dentro de mi cuerpo,
Y en tu suspirar sabroso
Me regocijo y me encuentro.