Miguel Peñafiel

LA REVELACIÓN DEL MAL

La revelación del mal

En la consideración de las facultades e impulsos del ser humano debemos tomar en cuenta que es evidente que existe el mal dentro de cada persona. Aunque hoy día nos cuesta creer con la perfecta arrogancia de la razón, todos la hemos dejado pasar por alto. Hemos dejado que la existencia del mal escapara de nuestro conocimiento y se escondiera dentro de cada uno de nosotros. Nunca se nos hubiera ocurrido pensar, ni siquiera sobrepasar los límites de ella. Que nos dejamos llevar a veces, por uno de sus impulsos, sin sobresaltar que otros ya han traspasado ese límite de perversidad. Es decir; que dado entender, nos dejamos llevar a veces por su necesidad. Pero hay está, siendo capaz de actuar para mover las cosas del mundo, ya sean temporales o eternos. No es posible negar la existencia de este mal, basada en razones lógicas de lo que se piensa y de lo que vemos. Nos proponemos a imaginar a un Dios, que no dicta tales propósitos, habiéndolo visto de esta manera; como la mejor intención de tratar cambiar la humanidad de todo mal que nos rodea. Que entre los dominios de la humanidad el hombre no fuera lo suficientemente perverso. Pero no es así, porque el ser humano se alimenta de dos fuerzas; la primera que es el bien y la segunda que viene ser el mal, de lo que esta bien y de lo que esta mal. Aunque evidentemente existe como un sentimiento radical, y que representa a un sentimiento moral o una facultad de puro intelecto. Y en este ordenamiento de ideas, de pensamientos y de acciones humanas; en pasos vamos deduciendo los principios que han hecho llevar a ocultar cada cosa, a partir del inicio preconcebido que tiene el hombre, tomando como fundamento en lo que el hombre habitual u ocasionalmente hace. Para mi razón lógica la manera en que se piensa, que las personas creen de lo que Dios pretende obligarle hacer: sin comprender de otra manera a Dios sus obras visibles. Como podríamos comprender con el inocente pensamiento que dan vida a sus obras, sino conocemos a profundidad nuestra naturaleza. ¿cómo hemos de comprenderlo, si el destino aún no te ha llevado admitir tu primitivo instinto humano; te habrá tratado bien, para no verlo, mientras que para otros la vida no ha sido fácil, sería difícil de entender las acciones humanas sino miras a profundidad y a fondo de lo que se piensa en tu interior. Que podemos llamar perversidad a falta de un término más característico, en sentido de la realidad, (un bien o un mal). Bajo sus provocaciones actuamos sin manera comprensible, dado entender que se considera una contradicción al sentido opuesto. A veces llegamos a modificar la forma de la manera en como deberíamos actuar, sin pensar en lo que hacemos; si esta bien o esta mal. Tan seguro como de mi mismo en la seguridad de la equivocación, ante el error de una acción cualquiera, dejando en un pensamiento claro la idea de una fuerza irresistible. En este impulso primitivo, de hacer el mal por el mal; provoca la combatividad si deberíamos hacerlo o no hacerlo. Sólo se no manifiesta; cuando hay un sentimiento fuerte, un grito desesperado de odio y de venganza, demostrando tal como somos, sin máscara sin nada. Pero un pensamiento mostrará la falacia de esta idea, que tal vez su principio concierne a nuestro bienestar, considerando también algún principio de lo que es estar bien. Pero en el caso de lo que llamamos perversidad pura, se apega al propio corazón y pensamiento, manifestándose de una manera natural. Nadie que consulte con sinceridad este sentimiento y la someta a todas estas ideas podrá negar esa tendencia absoluta y radical. No hay hombre sobre esta tierra a quien no lo hallase puesto a prueba, por ejemplo; tratando de matar o torturar a otro, la persona que a diario sufre por causa de la perversidad, tiene sed de justicia y desea tomarla en sus manos, el que se alimenta de la violencia y hace que otros coman de ella. Todo esto crea un deseo y un ansia incontrolable, con una actitud perversa; nos estremece el mal en conflicto interior, que cuando nos tratamos corregir a veces ya es demasiado tarde. Pero en lo alto de esa perversidad que nos mantiene al borde del precipicio, hay una comprensión absoluta; que nos hace actuar de manera razonable, siendo un mecanismo para saber reaccionar ante cualquier ser terrible, ya sea genio o personas malas de leyenda. Examinemos con lentitud y razonamiento todas las acciones similares; y encontraremos el resultado del espíritu de la perversidad. Nos dejamos influenciar porque sentimos y pensamos que deberíamos hacerlo o no hacerlo, dadas las circunstancias que yo soy una de esas personas que me dejó dejo llevar por el mal de la perversidad. Al principios hice un esfuerzo por sacudir y liberarme de esta pesadilla, pero con el tiempo comprendí que así como el universo suele ser oscuro hay luz, así en nuestra alma reside el bien y el mal. Siendo una de estas mis verdades, cuya naturaleza he explicado con razones lógicas y hechos que llevan a demostrar que no somos libres de mal, porque la llevamos dentro, y en ciertas veces u ocasiones actuamos bajo su necesidad por instinto humano. Sólo es cuestión que ella te de un empujón, para revelarte el otro lado de tu rostro y mostrarte tal como eres ante la verdad, dejando mis palabras claras ante todos y ante la revelación del mal.

Reserva derecho de autor.

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