Miguel Peñafiel

EL ÚLTIMO SUSPIRO QUE SE OYE EN EL VIENTO

Poema

Se oye la voz en alguna ignorada brisa, como la de un hombre atormentado... Allá a lo lejos, sobre la tela rosa pálida, del cielo sin fin...
Marca el paso la visión de una rosa, en la estancia roja de la sangre del crepúsculo donde se ahoga la luz. Hay estaba ella; consumida en llantos por las llamas de la amargura, en una llama de rosa pálida y Tembladora; y mientras su rostro y su cuerpo se quemaba, su vestido blanco producía una música romántica y sensual, música de aquella dimensión desconocida que se fundía en una vasta y silenciosa melodía devastadora.
Me mataría la desesperación de este silencio, y mientras corría para auxiliar a mi amada; antes que se extinga de mi jardín la última rosa de la tarde, intenté besar sus párpados cerrados, pero no pude; un fuerte golpe azoto a mis labios, haciéndome entrar en razón.
Realmente, no ocurría nada en mi realidad, que pasará más allá de lo normal, ahí estaba nuevamente ella con su mirada fría; hermosa, pero intocable para mis manos. Me dijo: aparta tu rostro de mi vista y dejadme ir en paz!... Nuevamente me ví suplantado por la luz anémica de la tarde moribunda, que me ha estado consumiendo toda la vida.
Mientras mis ojos veían contemplando extasiados la imagen de mi amada que se desvanecía en las sombras; un grito aterrador broto de lo profundo de mi alma hacia mi boca: un grito desesperado de no me dejes, no te vayas, vuelve, pero nunca volvió!....
Y, antes de ver con mis ojos, la última pincelada del día; paso sobre mi mente las últimas horas cargadas de recuerdos... Mientras mis pies, y mis brazos, y todo mi cuerpo, se congelaba en el último momento.
Entonces: me dije; no... Ni un suspiro mío más pasará por esta agonía!... Me fui sintiendo ese vago deseo de hacer toda mi vida una eterna hora, silenciosa y crepuscular.

Reservá derecho de autor.

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