A las críticas de nosotros mismos
Después de haber visto, y ojeando con ojos de atento espíritu nuestras publicaciones literarias, debo confesar dolorosamente, que no deberíamos hacer critica entre nosotros. De verdad que hay personas que comentan con acierto inegable nuestra escasa obra y la extranjera. Pero si nos damos cuenta no es difícil hallar, en dichas obras, la frase apasionada según los puntos de vista que se considera en que razones de cultura.
Esta claro que la mayoría de lo que llamamos critica son nada más que simples opiniones más o menos autorizadas, según el prestigio de quien lo emita.
Lo que se imponen en una revisión de nuestros valores, son en gran parte; personas y propietarios de periódicos y revistas, que no siempre son entre nosotros, personas de letras, sin talento, por el contrario, hasta carecen de cultura mental e ilustración necesarias.
En disputas y controversias, hay escritores que nacen viejos, porque sus pensamientos son como las plumas gastadas que conocen del tacto de las manos hasta su límite de caducidad, como las manos frágiles del niño y la mujer; porque han venido del mismo lugar, y han bebido de las mismas aguas estancadas, y sus poesías son como flores que pueden distinguirse para bien, su patrono familiar.
Hasta cuando deberíamos ser egoísta, envidiosos y de ojos incomprensivos para ver y criticar la obra ajena?... No ves que la belleza producida es el arte de las personas que aman y su amor se da en hermosas ofrendas. Y nos conocen por letras, hermosas palabras, que aún siendo de lo mejor que hemos escrito, no encierra todos los prestigios de nuestras letras.
Léase sobre nuestra bella poesía y se convencerá cualquier espíritu imparcial, de lo que digo. Si no se hallan con valor para expresar lo que se sienten con justicia, mejor callen... Pero no digan disparates que son imperdonables ante la ignorancia del temor de no hablar claro.
No diré nada más de lo que ya he dicho; no quiero decirle sus verdades delante de mis compatriotas: pero hay tantos imbéciles que por cierto no son buenos en las materias, en una de aquellas enumeraciones en rebaño que son su predilecta manera de hacer crítica.
No sé si me explico!... Para un joven muy bueno, pero mediocre escritor, que se llama Miguel Peñafiel, describiéndome como una persona expresiva; capaz de decir sus verdades a la gente, sin pelos en la lengua, y si ud., generoso amigo: se siente demasiado ofendido!... Y cree que estoy actuando de la misma manera que los demás, de ante mano le pido una disculpa, por ser demasiado pronto para opinar, y siendo así lo calificó diez veces sobre diez. Ud, será “nuestro crítico”, pero cuando arroje al cesto las cosas inútiles, la pesada carga de odiosas parcialidades.
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