Miguel Peñafiel

EL PLACER COMO LOGRO SUPREMO

El placer como logró supremo

No me hubiera imaginado tanto, que yo soy la fuente de la vida, el principio del todo, si no probase; además, que todo los buenos pensamientos que hay en el mundo es también la demostración de mis logros supremos, la evidencia palpable de mis favores. ¿Qué valdría la vida, en efecto, dado que vida entonces pudiera llamarse, si quitasen de ella el placer de tomarla por si misma con sus manos? Suponía yo que ninguno lo imaginaba, o mejor podría decir; que no habría ninguno que hubiese dejado de perder el juicio hasta tal punto, o, tal vez, que no se encontrará cuerdo, que no se hubiera sentido conforme con mi opinión. Los poetas, aunque si bien es cierto que ellos no aprecian el placer de la vida, saben disimularlo con gran prudencia, pues, si cuando están en frente de la gente, de ellos comentan miles de tonterías para ser de gozo y burla por sus poesías. Pero díganme; por ustedes, si no hay nada en el mundo que sea triste, melancólico, dramático, enojoso, aburrido, y de todo un poco como las personas lo que quieren llamar, insípido más que el placer, si no adereza la vida con la salsa, la sazón, como a cada quien le suele gustar. Quizás para muchos, me dirán; que estoy loco, que no estoy completamente con mis cincos sentidos, cosa que he demostrado ante los testimonios de muchos que se han enamorado de la muerte y han ofrendado sus vidas, entre ellos, de ejemplos tenemos: a los ¡poetas malditos de la generación decapitada! Ellos, que tuvieron el placer de ir cantando por la vida, descubriendo el rostro de la mentira que imponieron en sus melancólicas estrofas, con sus poemas fantástico, que hizo elogio de mí, al demostrar y sostener que la existencia, más alegre sólo se alcanza no sabiendo absolutamente nada, que la clave para una vida feliz, es simplemente aceptar que uno jamás tiene el control.

Reserva derecho de autor.

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