Crecen las flores amargas, como un sueño atroz
Crecen las flores amargas, como un sueño atroz. La triste rosa negra ha cambiado los latidos de mi corazón. Pero como siempre es la única, ¿De qué me sirve volverla a cortar: si después de todo con ella te acostumbras amar. El aprendizaje de su fragancia, es como una serena amistad, la loca fragancia de su biblioteca, se puede llegar hacer habitual?
Ya el amor se quiebra sobre la fuente. ¿Y la pregunta que me hago, es si debo aceptarlo o no? Quizás me responda a la medida que pase el tiempo, pero la sombra donde se oscurece mi ventana no me ha traído el verdadero amor.
Sin embargo, eso ya lo sé: el amor es la ansiedad de querer aprender amar y también no poder, el horror de vivir en lo sucesivo nos lleva a odiar y a querer.
Hay una esquina por donde el amor no se atreve a pasar, ni con sus pequeñas magias inútiles, ese rincón no puede traspasar. El amor de una mujer me mata, y me arde por todo el sentimiento.
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