Que desesperación
seguir cayendo más y más
en el vacío
y ver con horror
como el espejismo se desvanece.
¿A dónde se fue mi interés por todo?
A veces veo a la tristeza como un
monstruo
que sólo sabe devorar.
Primero fue el techo,
después el piso
y le siguieron lentamente las
paredes con estantes
de madera de arce.
Quedé colgando, literalmente
de aquellas poquísimas cosas en las
que encuentro una mera distracción.
La realidad me abstrae más y más,
por eso mejor quedarse encerrada
en la teoría.
¿Cómo le explico que si se lleva esto
se terminó?
¿Todo bien?
Bien, todo bien.
¿Vos?
No me queda nada más que el refugio
en las páginas
y la luz de una bombilla
recubierta en papel celofán de color azul.
Doce son los platillos,
veintidós los comensales,
cincuenta y seis los invitados.
¿Yo sola me basto para esto?