Si no tuviste los suficientes ocasos,
si no te viste entre las nubes,
si el cielo no incendió tu pupila,
si los rayos no partieron tu alma,
si te faltaron lágrimas,
si te faltaron risas,
si te faltaron sueños,
si te faltaron más soles y más lunas
entonces no tuviste que haber muerto.
A ustedes,
a los que corrían de la muerte o de la vida,
a los que perdí su voz,
a los que olvidé su rostro,
a los que he dejado morir en el recuerdo.
A los que aún jóvenes o viejos
no tenían por qué haber muerto.
A ustedes les regalo alguno de mis días,
alguno de mis versos,
alguna de mis nubes,
alguna de mis lunas.
A ustedes que ahora soy yo.
A ustedes que muertos viven en mí,
espero no volverlos a olvidar,
porque de ser así, habrán muerto,
y ustedes no tendrían por qué morir.