Una gaviota en el lago Leman
Esta ciudad en la que Lenin
aprendió a esperar
y en la que Borges vino a morir como
los elefantes a su cementerio
esta ciudad se contempla en su lago
y se juzga prolija unánime suntuosa
el jet d’eau hace gárgaras
más vertical que nunca
las gaviotas planean
astutas elegantes memoriosas
los gorriones se agrupan
obesos de migajas
los cisnes sacan cuentas
y sin nadar aceptan
que la mansa corriente los arrime
hasta el puente Mont Blanc
la sístole y la diástole
del mercado infinito
asumen los latidos
de longines hanowa
patek philippe movado
piaget rolex omega
philippe charriol tissot
sólo rompe el encanto
de la calma de estío
una gaviota loca o borracha o enferma
que abre el pico y se queja
y su voz no es de ave
es el duelo de un mundo
que vomita tristezas
en el rostro impasible
maquillado
del orden