Mario Benedetti

Militancia

A mis compañeros delMovimiento «26 de Marzo»

Hace apenas dos años que nos juntamos
para hacer algo
aunque fuera bien poco
por la patria doméstica
la pobrecita jodida
 
al principio sentíamos una culpa tibiona,
algo así como la húmeda fiebre que anuncia un constipado
porque claro cada uno declamaba su teoría-congoja
que de algún modo permitía entender el malentendido
           comunitario
 
en realidad eran pocos los que habían desenvainado su furia
           o su nostalgia
y el futuro mantenía las catástrofes detrás de sus biombos
           neblinosos
los salarios eran bajos pero en cambio los presagios eran
           altísimos
sin embargo los almaceneros y los sastres ya en ese entonces
           eran tan necios que no aceptaban presagios a cuenta
 
como siempre acontece en las amargas crisis y en las dulces
           hecatombes
los acaparadores acaparaban las ausencias
o sea que sus conciencias y galpones estaban normalmente
           repletos
de omisiones de incurias de coartadas
y en consecuencia muchos tipos no tenían con qué matar el
           hambre
y entonces se limitaban a torturarla
 
hace dos años que empezó a ser lindo
juntarnos de a muchos para saber qué pocos éramos
y admitir por unanimidad el desorden del mundo y de la vida
jurar sobre la biblia o mejor sobre el reglamento provisorio
que nunca intentaríamos ordenar del todo vida y mundo
simplemente íbamos a procurar que el caos se dejara organizar
           de a poco
y que el hombre mereciera sus castigos pero también sus
           recompensas
y sobre todo que no recibiera recompensas o castigos a los que
           nunca se había hecho acreedor
 
de pronto empezaron a morir nuestros hermanos y nuestras
           hermanas
y al primer vómito de angustia advertimos que no estábamos
           preparados para que nos estafaran así nomás la vida
la muerte dejó de ser un niño vietnamita quemado con
           napalm y cocacola en alguna zona desmilitarizada
para ser un invierno aquí una bomba aquí un dolor aquí un
           fusilamiento por la espalda una tristeza inmóvil
           apenas visible entre el humo de doscientos cigarrillos
 
con cien mil nudos en cien mil gargantas
una tarde cualquiera empezamos a llevar amistades y amores
a la teja al del norte al buceo
al santo camposanto del no olvido
y se acabaron todas las variantes de la joda
hubo que pensar milímetro a milímetro el vasto territorio del
           deber
 
está visto que un pueblo sólo empieza a ser pueblo cuando
           cada singular necesita perentoriamente su plural
y fue precisamente la necesidad de plural la que nos llevó a
           encontrarnos y vernos las caras y vernos los miedos
           y vernos la osadía
 
la cosa no abundaba
pero era suficiente
no es cierto que el coraje se junte a paladas
más bien se recoge en cucharitas
y sin embargo alcanza
y sin embargo alcanza aunque no sobre
 
como decía el viejo baldomero
después de darle al hijo soberana paliza
este método es decididamente notable
pero tan sólo para sobrevivientes
 
no obstante descubrimos que la militancia
esa palabra tantas veces desfondada por la leyenda y los
           discursos
era algo tan normal como el estado civil
y tan colectivo como el tiranos temblad
que la militancia ese alfabeto de tradiciones
era sin embargo tan poco tradicional como el amor
 
por supuesto no es para dar hurras
ni todavía para cantar victoria
ni mucho menos para soltar palomas en la plaza
o para echar esperanzas y campanas a vuelo
ni siquiera para silbar hosannas por el colmillo de los tangos
           melancólicos
en realidad falta mucho por vivir y morir
mucho que aprender y desaprender
 
la historia está como siempre pletórica de edificantes
           corazonadas
pero en cambio los miserables suburbios de la historia
están llenos de albañales de frustración y letrinas de
resentimiento
de cepos ideológicos donde se calumnia a los que luchan
de mezquinas envidias por el valor ajeno
de verdades que se fingen para tapar la verdad
 
hace apenas dos años que nos juntamos
para hacer algo
aunque fuera bien poco
por la patria doméstíca
la pobrecita
jodida
 
y si una cosa hemos por fin aprendido
es que el rencor no vale casi nada
pero menos aún vale el perdón
 
así que será útil que vayan sabiendo
los buenos
los regulares
y los malos
que si de ahora en adelante caminamos y crecemos y buscamos
           y hasta cantamos juntos
eso no quiere decir de ningún modo
que hayamos empezado a perdonar
 
la militancia también es
una memoria
de elefante.
 
Abril de 1973.
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