#SigloXX #SigloXXI #Uruguayos #1988 #VientosDelExilio
Ahora que es el fin y ya todos las vieron de perfil y de frente in pectore y al dorso en tules y de largo
De carrasco a aeroparque y vicever… vas y venís con libros y bufandas y encargos y propósitos y besos tenés gusto a paisito en las mejil… y una fe contagiosa en el augurio
Como en tantas y tantas de sus pesadillas, empezó a huir, despavorido. Las botas de sus perseguidores sonaban y resonaban sobre las hojas secas. Las omnipotentes zancadas se acercaban a...
Los árboles ¿serán acaso solidarios? ¿digamos el castaño de los campos… con el quebracho de entre ríos o los olivos de jaén
El silencio del mar brama un juicio infinito más concentrado que el de un cánta… más implacable que dos gotas ya acerque el horizonte o nos entr…
Ya lo sabemos es difícil decir que no decir no quiero ver que el dinero forma un cerco
Aquí en esta vereda impecables lujosos los Grandes Almacenes
Por una vez existe el cielo innece… Nadie averigua acerca de mi corazó… ni de mi salud milagrosa y cordial… porque es de noche, manantial de l… viento de la noche, viento olvido,
Hace tanto que pasé mi ecuador los años bajan como rompehielos traen edictos nada promisorios el pellejo es conciso y elocuente tiene arrugas y manchas desgarbada…
No existe esponja para lavar el ci… pero aunque pudieras enjabonarlo y luego echarle baldes y baldes de… y colgarlo al sol para que se sequ… siempre faltaría el pájaro en sile…
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se lla...
Prohibidos los silencios y los gri… las minifaldas y los sindicatos artigas y gardel la oreja en radio habana el pelo largo la condena corta
Soy mi huésped nocturno en dosis mínimas y uso la noche para despojarme de la modestia
Un tallito de verdes y un añoso al… las veinticuatro horas y el instan… una vislumbre dicha por las manos… el amor es un centro con extrañas… clausura y campo abierto
A esta altura ya nadie me nombra por mi nombre: Octavio. Todos me llaman abuelo. Incluida mi propia hija. Cuando uno tiene, como yo, ochenta y cuatro años, qué más puede pedir. No pido ...