Roque Leonel Ibero Rigoberto
Ricardo, Paco Otto-René Javier
cuántas veces y en cuántos enjambres y asambleas
los habrán (mal) tratado de pequeñoburgueses
se habrán quedado solos con su antigua costumbre
de razonar / o solos con el rigor científico
solos con un impulso moral / solos en una
soledad no querida no buscada
solos con sus amores al prójimo a la prójima
con la preocupación de que los segregaran
solos para entender todo y a todos
cuántas veces y en cuántas esperanzas o rutas
habrán andado a tientas a relámpagos
dejando reposar el tiempo la poesía
y ellos infatigables reventándose
sabiendo que no eran los pequeños burgueses
que los rudos compañeros decían
que no eran los flojos los librescos
mirándose al espejo hasta desentrañarlo
como narcisos nunca / mirándose autocríticos
jamás desalentados / tratando de encontrar
el resquicio la brecha el socavón el mérito
de ser como los otros o algo así
cuántas veces y en cuántos insomnios duermevelas
habrán considerado la pena o el atajo
de borrar la poesía / de borrarse
como poetas / borrar el modesto delirio
y juntar las palabras las volátiles
y cambiarlas por otras las concretas
y revolucionar las veinticuatro horas
y ponerse el esquema y quitarse los tropos
y andar al mismo paso / nadar el mismo río
y fabricar así la infundada esperanza
de ser iguales a los otros / ser
igualmente juzgados y medidos
cuántas veces y en cuántas lagunas y memorias
habrán querido ser / luz roja / tierra verde
y compartir la lucha a pedacitos
aprender sangre a sangre el alfabeto
cual si no lo supieran /desde abajo
arder en la bondad elemental
sentir la furia como un calofrío
continuar el amor sin los alertas
compañerísimos en las difíciles
jocundos en las fáciles
igualmente medidos y juzgados
pero un día una noche una friolera
arriesgaron el cuerpo la miseria los versos
supieron de repente que la ley era vieja
que los suaves poetas aunque se desgañiten
aunque venzan al viento y a la luna
disponen de una sola ocasión decisiva
a fin de que los rudos queridos compañeros
admitan que no siempre / pero a veces /
ésos de la palabra ésos de calma en cierne
pueden ser valerosos como un sueño
leales como un río
fuertes como un imán
lo grave es que su única ocasión
es morir
una forma tal vez de desmorirse
defendiendo una causa por la que otros
no precisan la muerte para ser aceptados
para ser abrazados y creídos
cuántas veces y en cuántas sustancias y cegueras
se habrán empecinado en los candores
y buscado argumentos con rabia / resistido
para apuntarle al enemigo / al plomo
que venía en el aire aniquilando
matando desmintiendo desabrigando ardiendo
y habrán desesperado la esperanza
de arrinconar confianza o de inspirarla
y sin embargo / luego / en un segundo
en una balacera eucaristía
en la revelación del fogonazo
en la tortura sin promesa y última
en un instante breve como un sorbo
sin argumentos / sin palabras / tiernos
tristísimos por fin y despegados
en ese parpadeo que no cierra
deshechos y rehechos de coraje
estallados de fe / muertos de pena
dejaron de aspirar cuando el destello
cuando el sabor final y la vislumbre
cuando cambiaron la amargura tibia
de pequeño burgués por la de mártir.