#1981 #EscritoresUruguayos #PoemasDeLaOficina
El marciano llegó en una nave reducida, casi portátil, algo así como un Volkswagen del espacio. Además de su propia lengua, sólo hablaba inglés, pero no el de la BBC sino el de Shakespe...
Los años son también una armonía sólo que yo prefiero ser uno y desarmónico cuando todos afinan quiero desafinar como un violín
Es decir la miraba porque ella se ocultó tras el biombo de nubes y todo porque muchos amantes de es… le dieron sutilmente el olivo con su brillo reticente la luna
Está prohibido escribir sobre cier… así que voy a hablar de la violenc… el violento autorizado asiste comp… cartas de amor acaricia contigo lo… novia escucha tus murmullos tus de…
No es ninguna molestia explicarle qué pienso del infinito el infinito es sencillamente
Ya nadie graba en las paredes en los troncos luis y maría raquel y carlos
Anoche cuando supe que Ayrton Sen… se había inmolado en el circuito i… me invadió una lástima polvorienta una tristeza residual nunca sentí admiración por la fórm…
Hubiera entregado el Dios que no… hubiera aprendido tres o cuatro si… y así desalentado, así fiel, ceniciento, invariable como un recuerdo atroz,
Cuando el barco es dejado por las… a uno le vienen malos pensamientos… alarmas sin razón, carencias natas… pereza para aliarse con los viento… o no prever lo mucho que fatiga
Son incontables jueves de babel y galeras de berrinches con sorna de gritos en el cielo de orden y de caos
Con ríos con sangre con lluvia o rocío con semen
Me cuesta como nunca nombrar los árboles y las ventanas y también el futuro y el dolor el campanario está invisible y mud… pero si se expresara
¿Y si Dios fuera mujer? pregunta Juan sin inmutarse, vaya, vaya si Dios fuera mujer es posible que agnósticos y ateos no dijéramos no con la cabeza
Cada vez que un dueño de la tierra proclama para quitarme este patrimonio tendrán que pasar sobre mi cadáver
Lo reconstruyo todo signo a signo y así me reconozco todavía en estas calles que caminan lentas por el otoño tantas veces dicho lo bueno es la tristeza repentina