María José Luque Fernández

Te Kai

El viento se levanta, limpio y sereno,
abriendo el horizonte que callaba,
en su aliento, un río de virtudes viejas,
que fluyen como la primera luz del alba.
 
La montaña, testigo de siglos, respira,
sus raíces hundidas en la verdad antigua,
cada roca un triunfo de silencio y paz,
un eco que resuena en cada paso que doy.
 
La luna, suspensa sobre el lago tranquilo,
restaura el alma con su luz plateada,
como un verso no escrito, eterno y nuevo,
abriendo puertas que nunca se cierran.
 
En cada gesto, en cada palabra sencilla,
se alza la virtud, como un árbol en primavera,
renace el mundo en su más profundo ser,
y el corazón, liberado, canta su triunfo.
 
@María José Luque Fernández
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