Te miro desde un ayer que no vuelve,
desde un tiempo que se escurre
como la brisa entre los dedos.
El amanecer arde en la ventana,
pintando caminos que ya no recorro,
coloreando ausencias con tonos
que el recuerdo no borra.
Hubo un momento en que este cielo
fue testigo de una risa compartida,
de una mirada detenida en el vidrio,
de un susurro que el viento calló.
Ahora solo queda la luz,
despertando ciudades que no me esperan,
deslizando su oro sobre asfalto frío,
dibujando sombras en los asientos vacíos.
Y yo sigo aquí, atrapado en la imagen,
intentando encontrarme
en el reflejo de lo que fuimos.
@María José Luque Fernández