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Yo, poeta decadente, español del siglo veinte, que los toros he elogiado, y cantado las golfas y el aguardiente...,
Largas tardes campestres; alamedas rosadas; aire delgado que el aroma apenas sostiene de la acacia; huerto, pinar... Llanuras de oro v…
Rico pan de esta carne morena, mol… en un aire caricia de suspiro y ar… Sirena encantadora y amante fascin… los cuellos enarcados, de sierpe o… Vuestros nombres, de menta y de il…
Siete soles forman el solio del príncipe de los siete soles. Su cetro de oro es un haz de llamas
Del sol flamenco a las postreras l… entre escarlatas, oro y brocado; —carmín y nácar—por el bello prado… ricos galanes y esplendentes damas… Ella escuchaba la frase violadora,
¡Jardín sin jardinero! ¡Viejo jardín, viejo jardín sin alma, jardín muerto! Tus árboles no agita el viento. En el estanqu…
“José Antonio, ¡Maestro!... ¿En… en qué sol, en qué estrella peregr… montas la guardia? Cuando a la div… bóveda miro, tu respuesta espero. Toda belleza fue tu vida clara.
Me siento, a veces, triste como una tarde del otoño viejo; de saudades sin nombre, de penas melancólicas tan lleno... Mi pensamiento, entonces,
En el parque, yo solo... Han cerrado y, olvidado en el parque viejo, solo me han dejado.
Fue valiente, fue hermoso, fue art… Inspiró amor, terror y respeto. En pintarle giadiando desnudo ilustró su pincel Tintoretto. Machiavelli nos narra su historia
El hada pequeñita de las piedras preciosas que vive en un coral busca al gnomo que habita la corteza rugosa
La hora cárdena... La tarde los velos se va quitando... El velo de oro..., el de plata. La hora cárdena... «Aún es temprano».
Se perdió en las vagas selvas de un ensueño, y sólo de espaldas la vi desde lejos... Como una caricia
«Hijo, para descansar, es necesario dormir, no pensar, no sentir, no soñar...»
Frutales cargados. Dorados trigales... Cristales