Era un Pájaro de nieve: Con su inefable cantar, Derramaba en tristes pechos Alegría sin igual. —«Pájaro, el Inca murmura,
Es la fiesta del Intip—Raymi. No luce aún el Oriente, Y ya el Inca se apercibe Al holocausto solemne. En pompa regia, descalzo,
Fuimos siete adolescentes, Siete Vírgenes del Sol, Que manchamos la inocencia Con la culpa del amor. Siete Príncipes hermanos
Si eres un bien arrebatado al ciel… ¿Por qué las dudas, el gemido, el… la desconfianza, el torcedor quebr… las turbias noches de febril desve… Si eres un mal en el terrestre sue…
¡Felices los muertos! Ya no miran La luz traidora de unos claros ojo… ¡Felices los muertos! Ya no aspir… Dulce veneno en unos labios rojos. ¡Felices los muertos! Ya no sient…
Sacrifica el Rey anciano Un llama negro y lustroso, Y hacia los cielos eleva El corazón y los ojos. —A ti, Sol inmaculado,
El viejo Rey de la Costa Atribulado camina, Que desoló sus regiones Interminable sequía. Con su prole y sus mujeres,
—«Sol, padre fiel de mis padres, A ti me acuso contrito: Oye, y lava mi pecado: Di veneno al hijo mío». Dice el Inca; vuelve el paso
Pierde a su Amada el Inca, Y ya, de aquel momento, No hay en su alma reposo, En sus párpados sueño. —«No cantes, oh Poeta:
Con sus enormes botas impermeables Y su vestido kaki de una tela fina… Con su paraguas en la mano Y su panamá—hat en la cabeza, Inspecciona el señor burgués sus p…
En su lecho, prisionero, Yace Atahualpa dormido; Mas despierta, se incorpora, Arrojando al aire un grito. —«¿Quién me toca con sus manos?
Con el cántaro a los hombros, Entre nubes y destellos, La Ñusta pisa las cumbres Más vecinas de los cielos. Risueña, el cántaro inclina
Un dolor jamás dormido, una gloria nunca cierta, una llaga siempre abierta, es amar sin ser querido. Corazón que siempre fuiste
A la bella y blanca Luna Ama la pérfida Zorra; La persigue tanto y tanto Que es la sombra de su sombra. Tras su Amada, hacia el ocaso,
us ojos de lirio dijeron que si, Tus labios de rosa dijeron que no. Al verme a tu lado, muriendo por t… Tus ojos de lirio dijeron que si. Auroras de gozo rayaron en mi;