(1936)
#Españoles #Generación27 #SigloXX 3 Luz amor la lenta libertad y
Huyo del mal que me enoja Buscando el bien que me falta. Más que las penas que tengo, Me duelen las esperanzas. Tempestades de deseos
Mis ojos grandes, pegados al aire, son los del cielo. Miran profundos, me miran me están mirando por dentro. Yo pensativo, sin ojos,
Si para ti fui sombra Cuando cubrí tu cuerpo, Si cuando te besaba Mis ojos eran ciegos, Sigamos siendo noche,
El alma es igual que el aire. Con la luz se hace invisible, Perdiendo su honda negrura. Sólo en las profundas noches Son visibles alma y aire.
Tu soledad te defiende, Te limitan tus miradas, Que yo sé que tu alma llega Adonde tu vista alcanza, Adonde llegan tus sueños,
¡Qué música del tacto las caricias contigo! ¡Qué acordes tan profundos! ¡Qué escalas de ternuras, de durezas, de goces!
Recorre el amor mi verso, baja y sube por sus hilos; el corazón que lo impulsa nunca lo deja tranquilo, que quiere vivir y late,
Sólo sé que estoy en mí y nunca sabré quién soy, tampoco sé adónde voy ni hasta cuándo estaré aquí. Vestido con vida o muerte
El cielo de tu tacto Amarillo cubría El oculto jardín De pasión y de música. Altas yedras de sangre
Estabas sola y alta. Yo miraba cómo todos los pájaros Debajo de tu frente se escondían. ¡Qué ir y venir y qué volver! Cómo todas las cosas
Hice bien en herirte, Mujer desconocida. Al abrazarte luego De distinta manera, ¡Qué verdadero amor,
Dicen que soy un ángel y, peldaño a peldaño, para alcanzar la luz tengo que usar las piernas. Cansado de subir, a veces ruedo
Un lago en una isla Eso es tu amor por mí, Y mi amor te rodea Como un inmenso mar De silencios azules;
Yo y la luz te inventamos, Ciudad que ahora en un alba De fantasía y de sol Naces al mundo; Ciudad aún imprecisa,
Tan clara que, invisible, en sí misma se esconde, como el aire o el agua, transparente y oculta; desierta no, surcada