¡Qué triste es vivir soñando
En un mundo que no existe!
Y qué triste
Ir viviendo y caminando,
Sin fe en nuestros delirios,
De la razón con los ojos,
Que si hay en la vida lirios,
Son muchos más los abrojos.
Nace el hombre, y al momento
Se lanza tras la esperanza,
Que no alcanza
Porque no se alcanza el viento;
Y corre, corre, y no mira
Al ir en pos de la gloria
Que es la gloria una mentira
Tan bella como ilusoria.
¡No ve al correr como loco
Tras la dicha y los amores,
Que son flores
Que duran poco, muy poco!
¡No ve cuando se entusiasma
Con la fortuna que anhela,
Que es la fortuna un fantasma
Que cuando se toca vuela!
Y que la vida es un sueño
Del que, si al fin despertamos,
Encontramos
El mayor placer pequeño;
Pues son tan fuertes los males
De la existencia en la senda,
Que corren allí a raudales
Las lágrimas en ofrenda.
Los goces nacen y mueren
Como puras azucenas,
Mas las penas
Viven siempre y siempre hieren;
Y cuando vuelve la calma
Con las ilusiones bellas,
Su lugar dentro del alma
Queda ocupado por ellas.
Porque al volar los amores
Dejan una herida abierta
Que es la puerta
Por donde entran los dolores;
Sucediendo en la jornada
De nuestra azarosa vida
Que es para el pesar “entrada”
Lo que para el bien “salida”.
Y todos sufren y lloran
Sin que una queja profieran,
Porque esperan
¡Hallar la ilusión que adoran!
Y no mira el hombre triste
Cuando tras la dicha corre,
Que sólo el dolor existe
Sin que haya bien que lo borre.
No ve que es un fatuo fuego
La pasión en que se abrasa,
Luz que pasa
Como relámpago, luego:
Y no ve que los deseos
De su mente acalorada
No son sino devaneos,
No son más que sombra, nada.
Que es el amor tan ligero
Cual la amistad que mancilla
Porque brilla
Sólo a la luz del dinero;
Y no ve cuando se lanza
Loco tras de su creencia,
Que son la fe y la esperanza,
Mentiras de la existencia.