Hacia Madrid, una noche,
va el tren por el Guadarrama.
En el cielo, el arco-iris
que hacen la luna y el agua.
¡Oh, luna de abril serena,
que empuja las nubes blancas!
***
La madre lleva a su niño,
dormido, sobre la falda.
Duerme el niño y, todavía,
ve el campo verde que pasa,
y arbolillos soleados
y mariposas doradas.
***
La madre, ceño sombrío
entre un ayer y un mañana,
ve unas ascuas mortecinas
y una hornilla con arañas.
Hay un trágico viajero,
que debe ver cosas raras,
y habla solo y, cuando mira,
nos borra con la mirada.
Yo pienso en campos de nieve
y en pinos de otras montañas.
Y tú, señor, por quien todos
vemos y que ves las almas,
dinos si todos, un día,
hemos de verte la cara.