Podría besar las cuatro estaciones de tu cuerpo desnudo y a cada una de esas mil almas que te transforman en mujer.
Tienes a Dios en los labios y un manjar de secretos que lamo como un gato a su pelaje.
Me pierdo. Me pierdo ahí, en el momento en que me miras, en tus movimientos, en la forma en la que hablas, en la que ríes, en la que callas y observas.
Ahora no se cual de los dos pertenece a otro planeta.